martes, 9 de marzo de 2010

Una odisea vital

      El pasado domingo siete de marzo de 2010, todas las principales ciudades españolas se hicieron eco de la llamada por la Vida sin importar las condiciones climáticas adversas en muchos lugares, con frío, viento y lluvia. Personas de todas las edades, razas, religiones, y tendencias políticas decidieron elevar de nuevo su voz en las calles para gritar al gobierno socialista español dirigido por el señor José Luis Rodríguez Zapatero que permanece sordo y ciego a todas las desdichas que está sufriendo el pueblo de España. A los más de cuatro millones de parados, de las quiebras sistemáticas de las pequeñas y medianas empresas y ahora ya de las familias, a la recesión económica que está haciendo estragos entre las clases sociales más bajas y que el gobierno socialista se ha mostrado permanentemente incapaz de encauzar y recuperar, se suman también los incruentos esfuerzos por parte de la ministra Bibiana Aído de no verse derrotada en la única misión que se ha tomado verdaderamente en serio en toda su breve trayectoria profesional, la de la modificación de la Ley del Aborto, titulada con otros nombres menos clarificantes y torpes para intentar disimular en lo posible la brutalidad que supone la muerte asistida de un ser humano blandiendo las espadas de la mano del propio Estado.
      
       Contra todo este horror, las gentes de bien, el Pueblo liso y llano, los corazones de cientos de miles de hombres y mujeres que consideran la Vida como un regalo que debemos cuidar y proteger desde el momento de la concepción y que supone una apuesta de futuro, de libertad y de paz y una muestra de valor y de educación, salieron a las calles de toda España alzando su voz, con alegría, con ilusión, con esperanza, y con una elegancia digna de una nación europea, avanzada y próspera a la que aspira un Pueblo que periódicamente se ve envuelto en accidentes históricos que no hacen sino retrasarnos en nuestro camino hacia la prosperidad económica, social y de bienestar familiar.
      
       Gracias a todas las personas que lo habeis hecho posible, a vuestro esfuerzo, a vuestra fe inquebrantable y al deseo de un futuro mejor para todos donde la Vida nunca más vuelva a ser vulnerable a los ataques de cualquier magnitud y de cualquier ámbito, incluidos los del propio Estado. La Vida es toda una odisea que comienza con el amor de un hombre y una mujer. Saber vivir esa odisea es un regalo para todos nosotros. Cada niño y cada niña que nacen hoy, ahora, en este momento es motivo más que suficiente para sentirnos felices. Es un deber de todos proteger esta Vida, esta odisea que hemos de tratar de conducir a buen puerto entre todos.

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